Aprende a vivir, o no, con esos dos kilitos extra… (Parte II)

En la nota anterior, te dimos un mini test para evaluar como es tu situación con tu cuerpo. En esta segunda entrega, distintas opciones a seguir para, de una vez por todas, tomar las riendas de tu situación y reconciliarte con tu figura (o aprender a vivir con ella)… Aprende a vivir, o no, con esos dos kilitos extra... (Parte II) A continuación, las guías “Piérdelos”, “Aprende a vivir con ellos” y “Ámalos” para evaluar las respuestas de tu test. Piérdelos:Comer es el secreto para adelgazar”. Aunque pocas lo crean, los nutricionistas aseguran que el ayuno se traduce en más hambre, en más tentación y más voracidad a la hora de comer. Además, ayunar resulta una agresión para el cuerpo que desata sus mecanismos de alerta: el metabolismo ahorra energía y por eso, aunque no comas nada, tampoco pierdes peso. Lo más inteligente, en cambio, es fraccionar el total de las calorías diarias que necesitas consumir en la mayor cantidad de ingestas posibles. Resumiendo: tienes que modificar tus hábitos alimenticios.

  • Desayuna como una reina: El sentido del desayuno es, como su nombre lo indica, el de romper el ayuno. Por eso, si te salteas el desayuno, es mas probable que a media mañana estés desmayándote del hambre y te termines devorando algo como un alfajor, solo por conseguir una dosis rápida de glucosa. Mejor opta desde el principio por un desayuno poderoso, que incluya hidratos de carbono (cereales, panes o galletitas), que son la fuente de energía más rápida disponible: completa con algo de calcio y proteínas (presentes en la leche, el yogur y el queso blanco) y un jugo de frutas (que contiene fibras, vitaminas y minerales).
  • Organiza el consumo de calorías: Cuando consumes más calorías de las que utilizas, el excedente se acumula en forma de grasa, que es la manera del organismo de almacenar energía. Una buena opción para organizarse es comer carbohidratos en el almuerzo, y para la cena preferir las proteínas magras, como un plato de pescado o pechuga de pollo.
  • Consume todos los grupos de alimentos: La base de una alimentación sana es consumir en forma equilibrada todos los alimentos disponibles. Siguiendo la gráfica de la alimentación saludable, la pirámide se compone (desde la base hasta la punta enumeramos a continuación): A- Cereales y derivados; galletas y legumbres secas (arvejas, garbanzos, lentejas, porotos, soja), que son una fuente de hidratos de carbono y de fibra. B- Verduras y frutas, que aportan vitaminas C y A, fibra y minerales como potasio y magnesio. C- Los lácteos ofrecen proteínas completas y calcio. D- Carnes, incluyendo pescados y huevos, que brindan las mejores proteínas y hierro. E- Aceites, frutas secas, semillas y grasas, que suministran vitamina E y energía. F- Los azúcares y los dulces, por último, dan energía  pero no contienen sustancias nutritivas importantes.

Ámalos: No permitas que unos kilitos extra pongan en jaque tu vida. La clave es encontrar el “peso feliz” de tu cuerpo, es decir, aquel que te haga sentir bien pero que no sea una tortura para mantenerlo y empezar así a vivir más relajada con el tema. El peso saludable es aquel en el cual no existe sobrepeso clínico, que tiene que ver con el peso de esa persona a lo largo de su vida y que también se relaciona con cómo ella se vea y se sienta. Recordemos en este punto que el sobrepeso clínico se considera a partir de los 10 kg. arriba del peso ideal de una persona, que es aquel que se calcula a partir del índice de masa corporal.

  • Alimenta tu ego: ¿Cómo? Rodeándote de pensamientos positivos. Todas las personas deben aprender a respetarse a sí mismas para creer que merecen un nivel de respeto y dignidad básicos de parte de los otros. Lo que hace bella a una persona es cómo se percibe a sí misma y al mundo que la rodea.
  • Celebra tus curvas. ¡Las curvas son sexies! Sobre la percepción de la gordura que tiene las mujeres de si mismas y la que tienen los hombres, a ellos les encantan las chicas voluptuosas. Les gustan las lolas, la cola, los cuerpos con mucha forma, con curvas notorias. Les gustan la pulposas, no las flacas esqueléticas.
  • Complácete: Si bien es cierto que puedes tener cientos de motivos para desear bajar un talle, si tu decisión está basada en presiones externas, es necesario que te pongas a pensar qué es lo que tú quieres realmente. Una buena solución es hacer una lista con todas las razones que tengas para adelgazar, y una vez hecha analizar: si es una lista de deseos que no son tuyos, sino de otros, es hora de empezar a complacerte a ti misma.

Aprende a vivir con ellos: Dicen en Hollywood que la curvilínea Jennifer López hace cambiar las etiquetas de la ropa que compra por otras que marcan dos o tres talles menos. Entre nosotros, varios periodistas del espectáculo aseguran que muchas celebrities locales exigen lo mismo. No hay que obsesionarse con los talles de la ropa, sino recordar que estar flaca es un mandato social muy fuerte, y que no debemos guiarnos por ello sino en todo caso por la imagen que nos devuelve el espejo. Es mejor sentir los pantalones al cuerpo, que no marcan nada y nos quedan perfectos a la cintura aunque sean un talle 4 a elegir un talle 2 que, cada vez que nos sentamos, rezamos para que no reviente (o nos asfixiemos nosotras).

  • Optimiza tus excesos. Si los kilitos extra están localizados en las lolas, aprovecha las blusas amplias o remeras largas y combínalas con polleras más apretadas o pantalones. Si por el contrario el problema está en los glúteos y alrededores, es conveniente que el corte de los pantalones sea recto a partir del máximo ancho de la cadera, y combinarlos con remeras o camisas entalladas al cuerpo.
  • Olvídate del caído. El típico dilema: ¿es mejor cubrirte con ropa suelta tipo carpa o ajustarte como un matambre? La respuesta obvia: ni lo uno, ni lo otro. No te conviertas en una gordita tapada, toda de negro: utiliza tonos oscuros en las partes que quieras disimular y suma accesorios de color y detalles a tu atuendo. Para todos los cuerpos existe una buena resolución estética.
  • Dale el toque. Tus mejores aliados son los géneros con caída y volumen, pero que no se adhieren al cuerpo: gasas, satén, tules y encajes, por ejemplo, y definitivamente nada parecido a la lycra. Lo que ajusta marca rollos, en cambio, lo que cae con gracia, disimula. Y obvio, aprovecha todos os recursos posibles como fajas, medias reductoras o push ups. Todo vale a la hora de sentirse una diosa.