Ataques de pánico. Recomendaciones para su tratamiento. Parte I

Las personas que han padecido alguna vez en su vida un ataque de pánico, sienten un terror evidente y sin motivo, llegando a experimentar síntomas físicos en ocasiones muy intensos, como taquicardias, hiperventilación, mareos, temblores o dificultad para respirar. Ataques de pánico. Recomendaciones para su tratamiento. Parte I

Qué se siente en un ataque de pánico

Un ataque de pánico puede ocurrir en el momento menos esperado o en el lugar más imprevisto sin aviso. Éste es una reacción de un miedo profundo, sin aparentemente causa alguna, que puede llegar a durar varios minutos. El problema surge en los casos en que la frecuencia se vuelve algo patológico y los ataques aparecen desde dos o tres veces al año hasta dos o tres veces al día, incluso más, llegando a invalidar incluso a la persona que lo padece, pues siente un profundo terror en el momento en que lo está sufriendo pero también siente pánico a que vuelva a sucederle. Pongamos como ejemplo que una persona sufre uno de estos ataques de pánico en el momento en que está haciendo la compra o está conduciendo. Estos miedos pueden llegar a convertirse en fobias relacionadas con estas momentos por lo que comenzará a intentar evitar estas situaciones dejando de conducir el vehículo o no saliendo a hacer la compra.

La OMS, es decir, la Organización Mundial de la Salud, ya ha alertado que este tipo de trastorno está creciendo a nivel mundial y se estima que 1 entre 20 personas lo va a sufrir en algún instante de su vida.

Una persona que sufre un ataque de pánico se siente de repente aterrorizada sin razón alguna y durante dicho ataque puede experimentar taquicardias, hiperventilación pulmonar, temblores o incluso miedo a salir de su propia casa. De igual manera aumenta el nivel de ansiedad y la excitación fisiológica sin una causa evidente.

Aunque no duran mucho tiempo, suelen ser tan intensos que la persona que lo sufre los llega a percibir como muy prolongados. Generalmente se siente que se está en peligro de una muerte inminente y que debe escapar de esa situación o del lugar donde se encuentra, pero el hecho de no poder hacerlo físicamente consigue acentuar de una manera muy notoria los síntomas.

El proceso del pánico

Se han descrito dos etapas durante el desarrollo de una crisis de pánico:

  • La ansiedad anticipatorio en la que existe una previa comunicación de tipo inconsciente entre el cuerpo y la mente, donde esta última siente que una situación peligrosa, generalmente que se ha producido en el pasado,  se está aproximando y le indica al propio cuerpo para que responda como si en realidad estuviera sucediendo.
  • El ataque de pánico. Cuando aparece uno de estos ataques, esos mensajes anteriores entre la mente y el cuerpo dejan de ser silenciosos aunque sus efectos siguen siendo los mismos, lo que provoca sensaciones físicas como las taquicardias que llegan a producir un extremo miedo en la persona que lo sufre y comienza a emitir instrucciones al cuerpo para protegerse, con las que empieza a “cambiar la química”. Pero como en realidad no es una verdadera crisis física, el organismo no puede utilizar correctamente esta estrategia, produciéndose como consecuencia de esto, un aumento de estos síntomas lo que va creando un ciclo y círculo vicioso de percepciones de amenazas y diversas reacciones corporales, propias de un ataque de pánico.