Claves para intentar mantener nuestra espalda sana. Parte I.

Cada uno de los movimientos que realizamos según va transcurriendo el día, de igual manera que las posturas que adoptamos cuando dormimos, repercuten de una manera directa sobre la salud en concreto de nuestra espalda. Lo ideal es adoptar las posturas correctas mientras hacemos las tareas cotidianas y practicar algo de ejercicio. Claves para intentar mantener nuestra espalda sana. Parte I.

Higiene postural de la vida diaria

Para evitar las malas posturas y no sobrecargarnos cuando por ejemplo levantemos peso, es recomendable utilizar un carro para transportar la compra. Si por el contrario llevamos bolsas, deberemos equilibrar la carga para lo que será necesario repartir entre los dos brazos por igual las bolsas.

Cuando cocinemos o planchemos, debemos colocar un pie sobre un banco de tal manera que uno quede más alto que otro. Al barrer o fregar es necesario hacerlo por zonas y a ser posible alternándose con otro tipo de actividades. Lo ideal sería que la escoba o la fregona cuenten con mangos adaptables par que nos lleguen a la altura de nuestro pecho, midiendo como mínimo 1,40 centímetros. Cuando recojamos algo del suelo es conveniente doblar las rodillas en el momento de agacharse. De igual manera no se deberían levantar  por encima del pecho objetos  y si hiciera falta levantarlos mucho, se debe optar por subirse en una escalera o en una banqueta.

En definitiva es muy importante ser consciente de todos y cada uno de los movimientos realizados para evitar una postura incorrecta o una sobrecarga de la espalda.

Prevenir haciendo ejercicio

Si llevamos un estilo de vida demasiado sedentario es seguro que padeceremos de una pérdida de masa y potencia muscular, causante de muchos de los dolores de espalda así como la repetición de estas crisis de dolor.

Está comprobado que las personas que hacen ejercicio con cierta regularidad padecen menos dolores de espalda y en caso de tenerlos, suelen recuperarse con mucha mayor rapidez. Y es que el ejercicio ayuda a desarrollar la musculatura, propicia la segregación de unas sustancias naturales que ayudan a combatir el dolor y que son conocidas como endorfinas a la vez que aumenta la flexibilidad, sin olvidarnos que el ejercicio también ayuda a liberar tensiones psíquicas que pudieran ser las causantes de una mala salud de la espalda.

Incluso si se sufriera de alguna pequeña molestia, siempre es aconsejable mantener  la máxima actividad posible y comenzar a realizar cualquier tipo de deporte poco a poco como nadar o caminar. La natación está muy recomendada en caso de tener dolores de espalda ya que logra movilizar todas las articulaciones y toda la musculatura sin llegar a sobrecargar esta zona. Esto sucede al efecto del agua ya que el cuerpo pesa tan sólo un 10% del peso real, siendo los estilos más sanos nadar a espalda y a crol.

Por el contrario el estilo libre no resulta tan aconsejable puesto que forzamos más la musculatura de la zona cervical y dorsal, ni tampoco el estilo mariposa ya que éste último puede llegar a provocar una curvatura perjudicial en las lumbares.