Cómo lucir una sonrisa bonita

Unos dientes blancos y unas encías rosadas siempre son sinónimos de tener una boca sana. De igual manera que otras partes del cuerpo, nuestra boca se va deteriorando con el paso de los años. Aprende cómo prevenir las enfermedades bucales y lucir la mejor de tus sonrisas. Cómo lucir una sonrisa bonita

Alimentación

Como en la gran mayoría de las enfermedades, una alimentación sana cumple un papel muy importante. En este caso en concreto existen una serie de alimentos que contribuyen a que aparezcan una serie de patologías mientras que otros las evitan.

En el primer caso es necesario evitar las comidas que contenga una gran cantidad de azúcares. En caso de consumir productos dulces como chicles o caramelos, éstos no deben permanecer demasiado tiempo dentro de la boca.

Por otra parte los alimentos que ayudan a una correcta salud bucal son los que contienen calcio como la leche y todos sus derivados y que ayudan a la formación de los dientes y de los huesos; los que contienen fósforo como los huevos, las legumbres, el pescado y las nueces; los que son rico en flúor presente en los tomates, trigo, naranjas, sardinas y caballa; los ricos en vitamina D ya que facilitan la absorción del fósforo y del calcio y que los podemos encontrar en el pescado azul, en el aceite de hígado del pescado, en la margarina, en la leche y en los huevos y los que contienen vitamina C como los kiwis, los tomates, los pimientos, la soja, los pomelos, las naranjas y la lechuga, ya que ayudan a mantener la salud de nuestras encías y de nuestros dientes.

También es importante consumir alimentos ricos en vitamina A como el queso, la yema de los huevos, el melón, la zanahoria, las espinacas y el mango ya que éstos intervienen en la formación y en el correcto desarrollo de los dientes y huesos.

Un correcto cepillado

Elegir un buen cepillo es la clave para conseguir una higiene dental correcta. Es recomendable optar por un cepillo que tenga cerdas suaves y que permita acceder a todos y cada uno de los dientes. Si sus filamentos están desgastados o torcidos, será necesario cambiarlo ya que no limpiará como debe.

Para limpiar todas las superficies exteriores de los dientes se debe colocar en un ángulo que forme 45 grados el cepillo, apoyándolo en la unión que hace la encía y el diente.

Moveremos el cepillo con suavidad durante varias veces y con movimientos pequeños y circulares o laterales mientras vamos aplicando una presión ligera para que de esta manera los filamentos puedan penetrar entre cada uno de los dientes pero sin llegar a presionar demasiado para evitar que nos moleste. Una vez cepilladas las superficies externas se debe repetir el proceso ahora por la cara interna.

Para terminar será necesario utilizar un hilo dental de unos 45 centímetros. Para ello nos enrollaremos en el dedo medio de la mano la mayor parte del hilo y el resto en el dedo también medio de la otra mano. Sujetamos el hilo entre el pulgar de una de nuestras manos y el índice de la que nos queda libre dejando un espacio de un centímetro aproximadamente entre ambos. Lo insertamos entre nuestros dientes y sin forzarlo demasiado lo llevamos hasta la unión del diente con la encía. Lo curvamos en forma de “c” y lo deslizamos en este espacio hasta que notemos resistencia. En ese instante movemos el hilo hacia abajo y hacia arriba y repetimos en todos los dientes.