Cuando los hijos no quieren venir de vacaciones

Uno de los problemas con los que todos los padres acabamos topando, unos antes que otros pero a la larga absolutamente todos, es cuando nuestros hijos nos dicen que no quieren ir de vacaciones, o, como mínimo, que no quieren ir de vacaciones con nosotros. Cuando los hijos no quieren venir de vacaciones Cuando ello llega, no hemos de dejarnos afectar por este hecho, ya que se trata de una evolución normal de los adolescentes. El hecho de no querer venir de vacaciones con nosotros no quiere decir, en absoluto, que no nos quieran o que tengan algo contra nosotros. La cuestión es mucho más simple: prefieren estar con sus amigos. En realidad incluso debe alegrarnos porque es una buena muestra del desarrollo de nuestros hijos y de que poco a poco van adquiriendo autonomía e independencia. De hecho, debería preocuparnos mucho más el caso contrario, cuando los hijos van cumpliendo años y prefieren seguir saliendo con los padres.

La negativa de los adolescentes a ir de vacaciones no llega normalmente así de imprevisto, sino que el joven ya lleva tiempo, cuando ello ocurre, dando avisos que deberíamos haber sabido interpretar. Son avisos en los que nuestro hijo intenta reafirmar su independencia y su preferencia por su grupo de amigos. Así, por ejemplo, cuando un domingo no quiere salir con nosotros porque dice que prefiere irse con sus amigos.

Debemos estar pues preparados y, como el problema se produce cuando el adolescente aún no tiene la edad suficiente para que le dejemos solo en casa ni para organizarse sus vacaciones por sí mismo, deberemos intentar argumentarle, haciéndole ver que lo entendemos perfectamente, y que nosotros mismos hemos vivido lo que él está viviendo ahora, pero que aún no está preparado, siempre dejando claro que creemos que muy pronto ya lo estará.

En cuanto a cuál es la edad idónea para que podamos dejarle solo o que se vaya solo de vacaciones, no la hay. Dependerá mucho de la madurez del adolescente, que los padres mismos ya irán conociendo. Normalmente, los padres se dan cuenta de cuándo el joven está preparado. Además, aparte de la madurez influyen otros muchos factores, como por ejemplo que el chico esté acostumbrado a pasar días fuera de casa, o a que tenga hermanos mayores que él.