Cuando nuestros hijos no quieren estudiar

Todos sabemos que la adolescencia es una etapa complicada en la vida de una persona, y, por efecto dominó, de aquéllos que conviven con él. Cuando nuestros hijos no quieren estudiar Uno de los problemas que se presentan en los hogares donde hay un adolescente es el de los estudios. Los padres se ven a veces impotentes cuando ven que su hijo no quiere estudiar y que las notas que trae son cada vez peores.

Este problema puede darse además, y de hecho es mucho más frecuente de lo que parece, en aquellas familias que han considerado siempre a su hijo como un niño responsable, que siempre ha sacado buenas notas y que ha hecho siempre los deberes sin esperar a que nadie se lo dijera. Sin embargo, ven de repente que este mismo niño empieza a despreocuparse por los estudios, sus notas van disminuyendo y empieza a acumular algún suspenso.

Esto no lo hemos de considerar nada raro. En primer lugar, la adolescencia es una etapa de la vida en la que uno quiere autoafirmarse y se plantea temas que hasta la fecha no se había planteado. Es muy posible que nuestro hijo se haya preguntado para qué le sirven las materias que está estudiando y qué sentido tiene, y que, al no haber sabido hallar la respuesta por sí solo, ello le esté provocando una motivación cada vez menor y por tanto también vaya disminuyendo su rendimiento.

Otro motivo, y que suele ser el más frecuente, es que el adolescente no está pendiente de sus estudios simplemente porque se encuentra más pendiente de otras cosas, para él más importantes, como dónde irá el fin de semana o qué ropa se comprará.

Otra causa de que muchos adolescentes digan que no quieren estudiar más está, en el fondo, en que quieren ser independientes y saben que no lo van a ser mientras estudien y dependan de sus padres, por lo cual muchos creen que mejor será trabajar.

Es necesario hablar con el tutor y encontrar entre todos una solución. De hecho lo importante no es tanto si estudia o no estudia, sino que la pregunta clave será, a qué le gustaría dedicarse, qué trabajo cree que le haría más feliz. A partir de la respuesta, podremos hacerle comprender cuál es el esfuerzo que ahora debe hacer para llegar a poder trabajar en esto que desea, que será muy diferente según por lo que opte.

Lo que es muy importante es que los padres no queramos a toda costa que los hijos cumplan nuestras expectativas. Por mucho que nosotros tengamos la ilusión de que nuestro hijo sea cirujano, si él lo que desea y le gusta es ser mecánico de coches, debemos conformarnos y pensar que posiblemente será más feliz haciendo aquello que le gusta.