¿Eres de aquellas que guardan muchas pero muuchas cosas?

¿Alguna vez te has preguntado cómo es que lograste coleccionar 17 camisetas negras o por qué te sientes obligada a poseer cada DVD de cuya existencia te enteras, aunque sepas que no tendrás tiempo para verlos a todos durante los próximos tres meses? ¿Eres de aquellas que guardan muchas pero muuchas cosas?

Obsesión por la limpieza, por verificar todo, por ordenar, por no poder elegir y por acumular cosas: son las cinco modalidades en que puede manifestarse el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), antiguamente llamado «locura razonante» -porque los enfermos se dan cuenta de lo que les pasa, pero no lo pueden evitar- y hoy es considerado un desorden psiquiátrico que altera la vida de quien lo padece y que puede llegar, en sus formas severas, a requerir medicación. «Nada se tira, todo se apila». Llevado al extremo, es la enfermedad del personaje de Jack Nicholson en el film “Mejor imposible”, que chequeaba 20 veces el cerrojo, caminaba sin pisar los bordes de las baldosas y usaba guantes para no «contagiarse la suciedad». Según la Asociación Americana de Desórdenes de la Ansiedad, uno de cada 50 adultos en el mundo sufre TOC. Y, en nuestro país, el 10% de las personas que lo padecen lo hacen bajo un subtipo de síndrome de acumulación. El objeto puede variar: frascos de vidrio, CD, zapatos, blocs de notas, vestidos negros o cepillos de dientes, pero la mayoría de nosotras tiene por lo menos un artículo del que «no puede» deshacerse. ¿Por qué? Muchas, por razones sentimentales. «Hace siete años que estoy en pareja y guardo absolutamente todos los recuerdos de todas las épocas. Cartas de cuando iba mas al secundario, peluches, corazoncitos en servilletas de papel, tickets de recitales, el primer recibo de alquiler… Tengo un placard lleno de cajas, y sé que ya es demasiado, pero a esta altura me da lástima parar… Es como si tirar cualquiera de esas cosas fuera una traición«, reconoce Mariana, una secretaria de 27 años. Otras, como Laura, una periodista de 40, no se desprenden de nada de puro precavidas: «Siempre creo que esos papeles reciclados, cintas de colores, fotocopias con estadísticas, cajas de todos los tamaños, etcétera, me van a servir en el futuro y que si las tiro voy a lamentarlo, pues en muchas ocasiones, tuve razón. O peor aún: creo que alguien puede necesitar lo que yo tengo, y, si lo tiro, no podré ayudar a los demás«, cuenta. Las motivaciones de estas conductas suelen remitirse a la infancia, pues si de chica te sentías vulnerable, puedes tratar de distanciarte de esa debilidad como adulta y mostrarte que eres fuerte y con poder adquisitivo, es decir, que tienes control; si   has pasado privaciones, puede ser un mecanismo de compensación; también puedes estar tratando de llenar huecos emocionales con objetos materiales o recompensándote por pérdidas o esfuerzos y, como notas que una sola cosa no funciona, sumas más y más con la esperanza de aliviar esa ansiedad, algo que nunca va a ocurrir por este medio. Pero, ¿Cómo puedes medir cuándo pasas de ser una chica previsora o una romántica inofensiva a estar incubando un hábito más bien enfermito? Simple: cualquiera puede dejar que se le junten objetos o papeles pero, en general, una vez por año te dedicas a hacer una limpieza. En el caso de un obsesivo, pasa al revés, transcurre el tiempo y cada vez tiene más. Hay algunos casos problemáticos como cuando los vecinos denuncian a un propietario por acumular basura dentro de la casa. Otras señales de alarma son las preocupaciones absurdas (pensar que si arrojas cosas puede pasar algo malo), y tener problemas familiares u otras complicaciones secundarias, por ejemplo, por la distribución de espacios.

¿La solución?: Tal vez lo tuyo no sea tan grave todavía, pero quizá quieras ir deshaciéndote de tu hábito “inocente» de apilar objetos inútiles. ¿No estás segura de por dónde empezar? Antes que nada, debes saber que te vas a topar con cierta resistencia de tu yo acumulador. El primer paso es desprenderse, regalar, donar e incluso tirar por lo menos una parte de lo que has juntado. Esto puede ser difícil, y vivirse como una pérdida importante. Por eso hay que ponerse a prueba, cuestionarse si vale la pena tener todo eso, evaluar si te pones ansiosa y si lo puedes tolerar. Si resultas ser de esas personas de las que vuelven a abrir el tacho de basura y sacar lo que tiraron, muy probablemente necesites de  ayuda profesional. Una salida inteligente, para el especialista, es buscarle un sentido económico a tu colección de cachivaches. Es decir, en el caso de que sea posible, venderlos en una gran feria americana. Si tienes en claro que el objetivo no es usar la plata para comprar más cosas que acumular, y te das un gusto concreto y grande, como una tv de plasma o un buen viaje, entonces considérate totalmente curada.