Estrategias que te pueden ayudar a disminuir los triglicéridos

La glucosa, el colesterol y los triglicéridos son tres de los elementos que debemos vigilar para evitar padecer ciertas enfermedades crónicas y que pueden mermar nuestra salud. Estrategias que te pueden ayudar a disminuir los triglicéridos

¿Qué son los triglicéridos?

Los triglicéridos son grasas que se llegan a transformar en energía acumulada en nuestro organismo y que se van almacenando en el tejido adiposo de nuestro cuerpo, por lo que constituyen la reserva energética principal de éste y producen el calor metabólico.

Dentro de nuestro organismo, estos lípidos están formados por tres tipos diferentes de grasas. Las grasas saturadas que generalmente son de origen animal, aunque también existen en algunos vegetales como los palmitos o el coco y que contribuyen de una manera indirecta a que el colesterol aumente. También están formados por grasas monoinsaturadas cuyo principal origen se encuentra en los vegetales como el aguacate o los que se encuentran en el aceite de oliva y que resultan muy beneficiosas para el organismo, puesto que ayudan a bajar los niveles en sangre del colesterol. Por último están las grasas polinsaturadas que son de origen tanto animal como vegetal y que se encuentra en los pescados, especialmente de agua fría y que forman una protección contra las enfermedades cardíacas.

Es necesario revisar los niveles de triglicéridos al menos una vez al año, sobre todo si se tiene más de cuarenta años, aunque a partir de los veinte años también se ha observado que es posible presentar unos niveles altos de triglicéridos por lo que se recomienda una revisión oportuna y puntual a partir de esta edad.

Pasos para reducir los triglicéridos

Si la revisión ha demostrado que los niveles de triglicéridos están elevados, es decir, por encima de los 150 mg/dl, no es necesario alarmarse, aunque sí comenzar a poner en práctica algunos de los siguientes consejos seguros y sencillos:

Se debe comenzar por aumentar el consumo de la fibra dietética. Para ello será conveniente sustituir el pan blanco por pan integral; consumir una cucharada de avena también integral en medio vaso de agua en ayunas; tomar al menor tres piezas de fruta al día como por ejemplo una naranja, una manzana, una pera o una mandarina, así como consumir gran cantidad de ensaladas con vegetales en las comidas y en las cenas.

También se debe reducir el consumo de pasta, de arroz y de cereales al menos a la mitad de lo que se consumía anteriormente y limitar el consumo de azúcares. Para esto último se puede optar por frutas deshidratadas o frescas a la hora del postre y utilizar bebidas dietéticas en lugar de refrescos con gas, o beber zumos naturales en lugar de refrescos o zumos precocinados.

Es importante cuidar el tipo de las grasas que se consumen. Para ello se puede optar por aderezar las ensaladas con una cuchara de aceite de oliva en vez de mahonesa, por ejemplo, elegir lácteos que sean bajos en grasas como el queso fresco blanco o leche desnatada, quitarle la piel el pollo cuando se vaya a consumir o la grasa a la carne, o eliminar de la alimentación las comidas rápidas.