La siniestra Danza de la Muerte de la localidad de Verges

Ya estamos dentro de la recta final de la Semana Santa. Para aquéllos que desean pasar estos días fuera pero no saben aún qué hacer, que seguro que los hay, una buena opción puede ser visitar algún lugar en el que estos días se vivan de una manera especial. La siniestra Danza de la Muerte de la localidad de Verges Una acertada elección sería visitar la pequeña localidad de Verges, una hermosa población de la provincia de Girona, en una de las más bellas comarcas de la comunidad catalana, el Baix Empordà.

Es un atractivo municipio medieval, con su castillo en el centro del pueblo y rodeado de murallas y torres, con un censo que no llega a los 2000 habitantes y situada en un entorno natural muy privilegiado y muy cerca de la Costa Brava.

En esta localidad, en la que vivió su infancia el conocido cantautor Lluís Llach, se celebra la Semana Santa de una manera muy peculiar, que atrae cada año a un gran número de visitantes hasta la misma.

Allí, durante la procesión del Jueves Santo, tiene lugar la conocida con el nombre de Danza de la Muerte. Se trata de una tradición pagana de origen medieval, que hace siglos se llevaba a cabo en un gran número de lugares de la Europa occidental, siendo hoy en día Verges el único sitio en que se sigue llevando a cabo. Culturalmente, se trata por tanto de una celebración de gran valor, una verdadera reliquia que ha sobrevivido en este pequeño pueblo al paso de los siglos.

El espectáculo, toda una representación teatral, empieza a las doce de la noche, cuando la procesión parte de la iglesia y el público la ve pasar sólo con la luz de las antorchas. En un momento dado, aparecen en escena una serie de personajes vestidos de esqueletos, que se colocan en forma de cruz, y que llevan un siniestro séquito que les ilumina con sus antorchas.

Los personajes principales de esta macabra danza son dos adultos, uno con una bandera y el otro con una hoz, y tres niños, dos de los cuales llevan unos platos llenos de ceniza y el tercero un reloj que no dispone de agujas.

La muerte nos avisa así, con la bandera, de que nadie va a estar a salvo, y con su hoz nos indica que va a terminar con todos nosotros de manera ineludible. Con el reloj sin agujas nos recuerda que cualquier hora es buena para terminar con nosotros, que vamos a acabar reducidos a cenizas, como las contenidas en los dos platos.

El escenario medieval en el que esta danza tiene lugar, con el sólo reflejo de la luz de las antorchas, junto a estos siniestros personajes, impresiona y sobrecoge al visitante, siendo un espectáculo totalmente aconsejable de no perderse por poco que se pueda.