Razones de por qué valorar a la persona que amas

Si amas a alguien realmente debes valorarlo. No siempre Dios y el tiempo nos dieron las oportunidades que hoy tenemos de compartir una vida (o gran parte de ella) junto a nuestro ser amado. Hubo tiempos en los que amar a veces llevaba al más trágico sufrimiento. Hoy en día las oportunidades de ser feliz prácticamente golpean a tu puerta. Mi consejo, y por propia experiencia, es que abras esa puerta y también tu corazón.

Sin duda esta es una de las historias de amor más trágicas y más amargas que se conocen hasta el momento, dos personas que se amaron y jamás pudieron estar juntas. Razones de por qué valorar a la persona que amas El ecolástico Pedro Abelardo es considerado, en tiempos actuales, uno de los precursores del amor puro, al que él mismo definió de forma teórica en su “Ethica seu liber dictus scito te ipsum” como “aquel que no busca esto de ti, tolera todo, cree todo, espera todo, soporta todo”. Pero él no solo nos da una definición teórica del amor puro, si no que junto con Eloisa fueron una de las parejas amorosas más trágicas del siglo XIII, los protagonistas de una inolvidable historia de amor. Abelardo había sido contratado como profesor de teología privado de Eloísa, la sobrina de 17 años del canon de la Catedral de Notre Dame (lugar donde, además, Abelardo trabajaba). Se enamoraron uno de la otra y, fruto de ese amor, Eloisa quedó embarazada. Esto condujo a un escándalo, en consecuencia Abelardo raptó a Eloisa (bajo su consentimiento) y ella dio luz al hijo de ambos. La mayor parte de los familiares de Eloisa, insistían en el casamiento. Abelardo asentía, pero Eloisa se negaba, puesto que, a su parecer, el mantenimiento de ese amor puro se terminaría con la convivencia cotidiana del matrimonio. Otro de sus motivos, era el de no querer interponerse en la carrera científica de su amante. Luego de una larga vacilación, accedió y se casaron de forma secreta. Sin embargo, Abelardo no dejó de insistirle para que aceptara el velo y fuera a un convento. Ella accedió a disgusto para hacerlo feliz. Cuando la familia de la joven se enteró de esto se enardeció y, sumado al rencor que el tío de la misma sentía por Abelardo (ya que su intención era casarla con un aristócrata y, por ende, nunca jamás le perdonaría la traición), decidieron vengarse de él de la forma más espantosa. Una noche irrumpieron el la habitación de Abelardo mientras él dormía, y con ayuda de sogas y un cuchillo, lo ataron y lo castraron. Tras quedar convaleciente, el castrado entró en un convento logrando una rápida carrera. El único contacto con Eloisa era por correspondencia. Ella, sentimental, le escribía afirmándole que lo seguía amando y pidiéndole palabras de amor. El, más cortante, pensaba que su castigo había sido justo y que serviría para pagar un pecado de la juventud de ambos, razón por la que intentaba controlar los impulsos amorosos de su mujer, para evitar que ella sufra. En las cartas de Eloisa hay quienes notan cierta referencia expresa al planteo de que hombres y mujeres deberían reconocer a su cónyuge como el mejor del mundo (pese a cualquier defecto) y que, por otro lado, el matrimonio es la tumba del amor y no mucho mejor que la prostitución. Eloísa, según sus cartas, sufrió y vivió atormentada hasta su último día de vida. Desolada, murió maldiciendo a Dios (pese a ser monja) y nunca se resignó a vivir sin el amor de Abelardo. Al morir, pidió que la entierren junto al cadáver de su esposo, quien había yacido un tiempo antes. Ahora bien, Abelardo se sintió culpable por haber incurrido a la lujuria con Eloisa, a razón de ello la hizo entrar en un convento y el se hizo monje. Sintió que se amaban y que por eso debían rendirle cuentas a Dios y vivir separados.

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Entonces…¿Qué moraleja nos deja esta historia? ¿Qué el amor verdadero se basa en el no matrimonio? Ya que según Eloisa, la convivencia corrompe el amor puro ¿En el deber pagar por soltar los impulsos, aún cuando el amor existe? ¿O qué solo son pensamientos del amor de la época? Si nos remontamos al Siglo XX, un nuevo espectro del amor aparece como tema novedoso. Según Nietzsche, el amor es egoísta ya que siempre busca al propio sí mismo. Por otro lado, Sigmund Freud reduce al amor a la “libido sexualis” (amor sexual) Planteando que ésta no es estrictamente un objeto de contenido sexual (como todos pensamos), si no que esta energía, o líbido, puede también satisfacer lo puramente espiritual. Lou Andreas-Salomé, amiga de Nietzsche y discípula de Freud, distingue dos tipos diferentes de relaciones sentimentales entre los hombres: Una que se basa exclusivamente en la confianza y la simpatía de uno por el otro. Y otra no confiable, extraña y hostil. El erotismo, sin embargo, no se encuentra en ninguna de las dos. Es, por ella, separado para crear una tercera relación que nada que ver tiene con las anteriores. El amor, según sostiene, se asemeja al egoísmo humano, ya que es demandante y exigente. En cuanto a las relaciones eróticas, el hombre solo busca ocuparse de sí mismo. El peligro del amor radica, para ella, en el deseo de cambiar para el otro o de querer fusionarse con él. Porque solo si los dos integrantes de la pareja siguen siendo ellos mismos, seguirán siendo amados por el otro. Nace una interrogación, ¿Por qué el amor y el odio muchas veces están juntos? Simple, porque en éstos dos sentimientos es donde el amor se une. En el siglo XXI, tomamos algunos retazos de cada pensamiento y dejamos simplemente ser… Mi humilde opinión es que no se puede conceptualizar o entender al amor y a su forma de actuar. Simplemente toca la puerta y uno siente. Comparto la idea de no cambiar la esencia personal, es fundamental que uno siga sosteniendo sus formas. También estoy de acuerdo en el no fusionarse del todo con el otro, puesto que si la relación algún día termina sería mucho más difícil enfrentar la realidad y uno no sabría cual es realmente su forma de pensar o cuales son sus verdaderos gustos. Se entraría en una desestabilidad muy grande, en una fuerte depresión y una sumisión en la necesidad de estar cerca del otro nuevamente. Apoyo la moción de Eloisa cuando sostiene que uno debe mirar a su cónyuge como al mejor del mundo pese a sus defectos (ya que yo así lo hago), y agradezco a Dios el haber nacido a fines del Siglo XX.

Dedicado a Mariano Rojas.