¿Qué es el mal de montaña?

El mal de montaña consiste en diversos trastornos que pueden llegar a producirse cuando se asciende a alturas superiores a los dos mil metros. Para conocer todo sobre este trastorno y saber que hacer en caso de sufrirlo, es necesario seguir algunos consejos. ¿Qué es el mal de montaña?

Causas del mal de montaña

Se conoce de esta manera al déficit de oxígeno ya que a medida que va aumentando la altitud, va disminuyendo la presión atmosférica y por tanto la del aire que respiramos, lo que dificulta enormemente que el oxígeno pueda penetrar en los capilares sanguíneos de nuestros pulmones. Nuestro organismo, en cualquier caso, es muy capaz de irse adaptando a las grandes alturas poco a poco, por lo que si la ascensión es muy rápida, el mal de montaña aparecerá seguramente al requerir un esfuerzo que no es habitual que se agrava además si existe una predisposición personal como puede ser una enfermedad o el consumo de algunos medicamentos.

Síntomas del mal de montaña

Existe una forma aguda y que sucede durante la ascensión cuyos primeros síntomas son laxitud, un fuerte dolor de cabeza, somnolencia, escalofríos, mareos, nauseas, ahogo, vómitos, palidez de la cara y un color azulado en los dedos, orejas y labios.

Después la cara se enrojecerá y se sufre irritabilidad, pérdida de apetito, dificultad para concentrarse, palpitaciones, vértigo, ruido en los oídos y alteración en la visión y en la audición.

La forma subaguda del mal de montaña la suelen padecer las personas que viven a una altitud de más de 4.500 metros y que aún no se han adaptado a ello. En este caso aparece tos, piel seca, picos y ahogos.

La forma crónica la suelen sufrir las personas que residen en grandes alturas y que por la razón que sea, han llegado a perder su adaptación. Estas personas sufren insomnio, dedos con forma de palillo de tambor es decir, puntas globulosas y depresión por la falta de oxígeno  que se trata de compensar con un aumento de la hemoglobina y de los glóbulos rojos.

Complicaciones

Son bastante graves y consisten en un encharcamiento de los pulmones o del cerebro por líquido, conocido como edema agudo cerebral o pulmonar. Si hablamos de un edema pulmonar, puede presentarse entre las 6 horas y las 36 horas después de haber llegado a una altura mayor de 3.000 metros y en estos casos se produce taquicardia, dolor de cabeza, opresión en el tórax, fatiga y tos persistente que puede ir acompañada por esputos con sangre. Si el edema se localiza en el cerebro, puede provocar una alteración en la conciencia, retención o incontinencia de orina, convulsiones, vómitos  o incluso coma y suele aparecer en alturas mayores a los 2.500 metros.

Prevenir el mal de montaña

Para prevenirlo no es aconsejable ascender más de 300 o 400 metros al día y en el momento en que se superen los 5.500 metros, no se deben superar los 150 0 300 metros al día. Es necesario beber mucho líquido  para lograr estar muy bien  hidratado y es muy conveniente comer bastantes hidratos de carbono. En caso de aparecer los primero síntomas se debe guardar reposo, efectuar respiraciones profundas cada cinco o diez minutos o incluso tomar algún medicamento que haya sido indicado por el doctor antes de iniciar la ascensión. El descenso en cualquier caso es necesario si los síntomas no remiten o empeoran o si se sospecha que puedan ser causa de un edema cerebral o pulmonar.