Los adolescentes: salir por las noches

Uno de los momentos temidos por muchos padres, y que llega a todos de manera irremediable, es cuando su hijo adolescente manifiesta por primera vez que quiere salir de noche. Los adolescentes: salir por las noches En este tema son varios los problemas que surgen: ¿A qué edad está preparado para salir de noche? ¿Han de ponerse límites en cuanto a la hora del regreso a casa? Y, en caso afirmativo, ¿cuáles son esos límites? ¿Cómo podemos saber cómo y con quién está?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que en este tema, como en muchos otros, es difícil generalizar, ya que depende mucho de las circunstancias. Así, no es lo mismo salir de noche en un pueblo donde todo el mundo se conoce, y donde incluso tenemos la tranquilidad de que los mismos vecinos suponen un control y una seguridad, que en una ciudad grande, donde las distancias son mayores y la gente no se conoce entre sí.

El temor que sentimos los padres cuando los hijos empiezan a salir de noche es, como es lógico, a que les pase algo malo. Sin embargo, deberemos aprender a controlar estos miedos, evitando por encima de todo que puedan asfixiar a nuestros hijos, los cuales es muy normal que quieran salir de noche, ya que para ellos no es sólo un rato de ocio, es una forma de vida y de identidad.

Los límites que deben ponerse en cuanto a la hora de volver a casa dependerá mucho de la madurez del adolescente. Seguramente al principio pondremos un límite que nosotros mismos iremos alargando, a medida que vayamos viendo la actitud del joven y a medida que éste vaya demostrando su autonomía y madurez.

La edad en que los adolescentes empiezan a querer salir suele ser hacia los 14. A esta edad el niño es pequeño todavía, su madurez no es ni de lejos la necesaria para poder considerarlo aún una persona con suficiente autonomía. Aunque es conveniente dejarle salir, también lo es que sepamos quienes son sus amigos y qué locales frecuentan, así como que tengamos manera de contactar con él a través del móvil. La vuelta a casa no tiene por qué ser más allá de las 11 o las 12 de la noche, dada la edad del chico. Deberemos hacerle ver que todo llega y que pronto podrá empezar a volver más tarde, llegando incluso el momento en que nadie le va a controlar en este tema.

Sabemos que hay otros temores de los padres, aparte del que pueda pasar algo al joven, pero son temas más serios y complejos que trataremos en otros artículos aparte.