El tema de los deberes escolares, con el que los padres se tienen que enfrentar tarde o temprano a medida que el niño crece, es un asunto que a veces genera aún debate, ya que muchos progenitores no ven con buenos ojos que en la escuela den a los niños trabajos para hacer en casa. 
Los motivos que alegan quienes son contrarios a ellos, es que el niño pasa muchas horas en la escuela, por lo cual no entienden el motivo de que al llegar a casa deban seguir trabajando las diferentes materias.
Sin embargo, quienes sí son partidarios de que los niños tengan deberes para hacer en casa alegan que, a medida que van creciendo, los pequeños deben ir asumiendo responsabilidades, así como un sentido del deber, la organización y la disciplina. Han de adquirir el valor que supone el esfuerzo.
Aparte de ello, hemos de tener en cuenta, ya desde el punto de vista puramente académico, que hay materias que requieren de mucho más tiempo y práctica que las otras, como podría ser en el caso de los niños más pequeños la lectura y las matemáticas.
Uno de los problemas surge cuando el niño no quiere hacer sus deberes e incluso llora por ello. Debemos intentar hacer comprender al niño que, al igual que nosotros tenemos que acudir cada día al trabajo, en este momento aprender es el suyo, y que deben esforzarse por hacerlo lo mejor posible, ya que el esfuerzo que hagan ahora es una inversión.
Normalmente, el contenido de los deberes persigue consolidar aquello que se ha explicado en clase, además de que el niño aprenda a trabajar por su cuenta. Podemos ayudarles en ello sin caer nunca en el grave error de hacerles nosotros los deberes para evitarnos el problema y zanjarlo pronto.
Y si el problema que plantea el niño es que no tiene tiempo para jugar, debemos intentar solucionarlo marcando un horario para cada cosa para que vea que hay tiempo de todo. Además evitaremos estas situaciones en que entre una cosa y la otra los deberes se van alargando hasta altas horas de la noche.
