En la actualidad el riesgo de sobrecargar nuestros alimentos con sustancia extrañas ha aumentado considerablemente. Las consecuencias son las intolerancias alimentarias, cuya importancia clínica y práctica es cada vez mayor.
Manifestaciones de las intolerancias alimentarias
Numerosas sustancias pueden dar lugar a intolerancias alimentarías, especialmente los conservantes por ejemplo, los derivados del ácido benzoico, los aditivos como lo colorantes y los tóxicos del medio ambiente. A estas sustancias se suman los compuestos del ácido salicílico que se encuentra por naturaleza en los alimento, en numerosos medicamentos y seguramente también en otras sustancias desconocidas.
Las reacciones provocadas por las sustancias extrañas mencionadas anteriormente, se manifiestan clínicamente como reacciones aparentemente alérgicas. Se han observado los siguientes cuadros patológicos: conjuntivitis, pólipos nasales y sinusitis, rinitis, faringitis y esofagitis, gastroenteritis, urticaria, edema faríngeo, asma bronquial y reacciones de choque o shocks.
El ácido salicílico
En el caso de estas enfermedades es importante saber que en muchas ocasiones, los compuestos del ácido salicílico, que se encuentran por naturaleza en los alimentos, pueden ser sus causantes. En este caso la curación únicamente es posible si se suprimen los alimentos cuestionables durante un período prolongado (uno o dos años). Entre los alimentos que contienen ácido salicílico se encuentran frutas como los albaricoques, los arándanos, las cerezas, las ciruelas, las fresas, los limones, las manzanas, las naranjas, las uvas, las zarzamoras y las nectarinas. Entre las verduras: las guindillas, los guisantes, las patatas, los pepinos y los tomates. Las bebidas como las colas, la cerveza, el coñac, la gaseosa, los refrescos, la sidra, diversos tipos de té, el vino y lo zumos de fruta también cuentan con ácido salicílico por lo que hay que tener especial cuidado con su consumo. Debemos advertir que sería muy raro que la reducida aportación de salicílico a través de un solo alimento originara enfermedades. La culpa debe atribuirse, más bien a la aportación acumulada por la prolongada ingestión del alimento. Esto es especialmente aplicable a la lenta aparición y la persistencia de la urticaria y del asma.
Posibilidades de tratamiento
Cuando se puede demostrar la no tolerancia a determinadas sustancias, es posible conseguir lenta, pero seguramente, una curación mediante la exclusión de esta sustancia o de los alimentos que la contengan. Un régimen en el que se supriman lo alimentos sospechosos de ser los causantes de la enfermedad, resulta muy eficaz. No obstante, con frecuencia es difícil seguirlo. Todo depende esencialmente de la propia voluntad y la motivación personal.
Si esta medida no resulta eficaz, habrá que recurrir finalmente a un tratamiento sintomático con preparados antihistamínicos o en los casos graves, incluso con corticoides en cuyo caso siempre habrá que tener presente los posibles efectos secundarios.
Una dieta desintoxicante también logrará con frecuencia resultados positivos en este caso.