Para toda chica, es difícil enfrentarse a los cambios que sufre su cuerpo, el dejar de ser una niña y convertirse en mujer, y más aún visitar a alguien que observará su cuerpo y sus partes intimas. Pero lo importante es conocer que la visita regular al ginecólogo es necesaria, así como dejar la pena a un lado y afrontar lo que a mediano o largo plazo, mantendrá la salud reproductiva y sexual. Para toda chica enfrentarse a la realidad de ser mujer y saber que debe cumplir con una cita obligatoria una vez que se desarrolla o que comienza su vida sexual, es aterrorizante, y más aún porque tiene que exhibir parte de su intimidad a alguien a quien nunca ha visto, no conoce y no sabe qué proceso tendrá que soportar.
Pero detrás de todo ello hay justificaciones y necesidades, primero para mantener una salud de muy buen nivel y segundo para tener una orientación con respecto a la salud sexual y los cuidados básicos, evitar una enfermedad o empezar el tratamiento de alguna si ya está presente.
En necesaria, es obligatoria?
No hay norma alguna que obligue a una mujer a visitar al ginecólogo, pero por responsabilidad, cuidado y amor propio es necesario. Y no necesariamente cuando se empieza la vida sexual, porque es la razón más común; pues hay casos en los que niñas presentan anormalidades en su etapa de desarrollo, alteraciones en sus ciclos menstruales y aparición de tumores y quistes que normalmente solo se dan en mujeres mayores de edad.
También hay que tener en cuenta, que los efectos de la aparición de males de origen reproductivo y sexual pueden repercutir en otros órganos como los senos, la cabeza, el estómago entre otros y es bueno que las mujeres desde corta edad, es decir a partir de los 13, visiten regularmente a este especialista.
Pero, y la pena e incomodidad?
Es importante que al inicio del proceso de cambio de niña a mujer, las chicas siempre estén acompañadas de sus madres, que siempre han figurado como la imagen orientadora, pero que no en todos los casos está o incluso, para muchas madres es difícil o vergonzoso, porque piensan que su hija por siempre será una niña, que nunca crecerá, a nivel mental, y por siempre estarán junto a ellas. Si esto sucede, todo será aún más complejo, pues el temor infundado a las hijas se verá reflejado en las visitas al ginecólogo que, de una u otra manera, solo traerá beneficios a su salud.
Otro error que comenten las mujeres jóvenes para evitar ir al especialista es confiar su salud a sus mejores amigas, que en ciertos casos guiaran un poco, pero lo adecuado es asistir donde alguien que conoce con certeza todas las preocupaciones que padece: problemas de sistema reproductivo, orientación y prevención, asistencia con métodos anticonceptivos y por supuesto, la pérdida a un temor creado injustificadamente.
Al otro lado de la balanza están las chicas a las que la pena o miedo no pudo dominar, aquellas que tienen sus partes íntimas tatuadas o perforadas. Para los ginecólogos, a pesar que entienden que son jóvenes y son tendencias y gustos, son medios de infección y focos de aparición de enfermedades, transmisión y virus.
En general, un examen básico consta de una revisión general de salud, enseñanza de autoexámenes, exámenes manuales dependiendo si ya se empezó o no una vida sexual y por ultimo una revisión interna de tu vagina, útero y matriz, para comprobar que todo anda en orden.