La leyenda del árbol de Navidad

Faltan muy pocos días para las fiestas navideñas, y, a buen seguro que, a estas alturas, prácticamente todos, menos algunos más rezagados, ya tenemos nuestras casas adornadas, algunos con un pequeño toque o detalle simplemente para diferenciar estos días del resto, y otros con un poco más de parafernalia, depende de los gustos de cada uno. Pero seguramente la mayoría tenemos en nuestras casas un nacimiento o un árbol de Navidad, o, ¿por qué no? ambas cosas. La leyenda del árbol de Navidad En un artículo de hace unos días hablábamos del origen del pesebre, y de cómo fue introducido en estas fiestas dentro de nuestros hogares nada menos que por San Francisco de Asís. Hoy hablaremos de la leyenda que existe en torno al origen del árbol de Navidad.

Se trata de una bonita leyenda originaria de Europa, que nos narra que, en una fría noche del mes de diciembre, un niño se encontraba perdido en el bosque. El pequeño buscaba un refugio para salvaguardarse de las bajas temperaturas, y encontró una pequeña y humilde casa. En ella vivían un leñador con su mujer, una amable y bondadosa pareja que enseguida acogieron al niño, calentándolo en el fuego, dándole de comer lo poco que había en la casa y ofreciéndole una cama donde dormir.

A lo largo de la noche se obró el milagro y el niño se presentó tal cual era en realidad: el niño Dios. Para agradecer a la pareja su bondad les entregó una rama de pino, diciéndoles que la plantaran fuera de la cabaña y que el árbol que de ella surgiría cada año les daría sus frutos. Y no mentía, porque la sorpresa del leñador y su esposa fue enorme cuando al primer año de plantar el árbol vieron sus ramas llenas de manzanas de oro y nueces de plata.

Ésta es la leyenda con la que se explica en muchos lugares el origen del árbol de Navidad y de sus adornos, si bien también cabe comentar que los antiguos germanos, cuando las hojas de los árboles empezaban a caer con la llegada de los primeros fríos, y creyendo que dichos árboles estaban habitados por espíritus bondadosos, ponían en sus ramas manzanas o piedras pintadas, creyendo que así la vuelta de dichos espíritus tendría lugar antes. Hay quienes ven en esta costumbre el origen de los adornos del árbol de Navidad, el uso del cual para estas fiestas se extendió, tanto por Europa como por América, a lo largo del siglo XIX.