Una de las batallas que suelen librarse en todas las casas en las que hay hijos es la que viene motivada por el hecho de que éstos no quieren ayudar en las tareas del hogar. A la mayoría de niños, cuando son muy pequeños, les encanta y les atrae de manera especial hacer cosas de la casa. Les gusta fregar los cacharros, poner la mesa, hacer la cama, y similares. Ello es simplemente porque les gusta imitar aquellas acciones que nos ven hacer a los adultos.
Sin embargo, al cabo de un tiempo y a medida que el niño crece, la cosa cambia, y mucho. Hay padres que no son capaces de conseguir ni tan sólo que sus hijos arreglen su propia habitación, y otros que consiguen algunas colaboraciones por parte de sus hijos pero al precio de librar una verdadera batalla campal.
Como todo, la educación en este tema no es cosa de un día, y deberemos ir transmitiendo a nuestros hijos la importancia de las tareas de la casa, haciéndoles ver que es cosa de todos los que en ella convivimos, y que nadie puede desentenderse porque carga entonces trabajo extra a otro de los miembros, un trabajo que no puede quedarse sin hacer.
En cuanto a la importancia de que el niño colabore no hace falta ni discutirlo, es innegable. Aunque sí debemos tener en cuenta la edad. Así, a partir de los 3 años ya podemos pedir al pequeño que guarde sus juguetes. También es bueno que le pidamos, aunque nos estorbe más que otra cosa, que nos ayude a poner la mesa o a hacer su cama, pequeñas tareas con las que el se siente partícipe e indispensable.
A partir de los 12 años, y hasta los 16 ó 17 en que se supone pueden hacerlo todo, podremos pedir ya al niño que deje su habitación arreglada, que ponga la lavadora o el lavavajillas, que baje la basura o que haga alguna compra, pudiendo ser muy positivo que le pidamos también que nos ayude a la hora de cocinar platos sencillos, ya que con ello no sólo irá aprendiendo sino que irá desarrollando su propia autonomía.