La noche de los espectros

Dentro de pocos días celebraremos la Festividad de Todos los Santos. Con ella llega la noche del año en que más presente tenemos la muerte: la noche de Difuntos. La noche de los espectros En esta noche especial una costumbre muy extendida en nuestro país es hacer, después de la cena, la llamada “castañada”, una tradición que, aunque con algunas variantes dependiendo de la zona geográfica, consiste básicamente en comer castañas asadas en el fuego, que en algunas zonas se complementan con dulces especiales para la ocasión, como ocurre con los huesos de santo, los buñuelos o los panellets.

Esta tradición viene de muy antiguo, de hecho de la época de los druidas celtas, que celebraban la festividad bajo el nombre de “Samhein”. La muerte estaba presente no sólo en lo que respecta al recuerdo hacia los difuntos, sino que la misma fecha de la festividad era también una representación de la muerte, con las primeras hojas caídas de los árboles y extendidas en el suelo y la recogida de las cosechas. Representaba el fin del verano y el paso a los días oscuros y fríos.

En aquellos tiempos se pensaba que, durante esta noche, el dios de la muerte hacía que los difuntos volvieran y se pudieran comunicar con sus descendientes, lo cual, no hace falta decirlo, aterrorizaba a muchos. También se solían poner velas en los cementerios para que los muertos encontraran el camino que les llevaría de vuelta al otro mundo, no se sabe si para ayudarles o para que se alejaran lo antes posible, con lo cual los camposantos se convertían en unos escenarios fantasmagóricos.

Otra antigua leyenda nos dice que aquella persona que pase la Noche de Difuntos en un cementerio tendrá el “privilegio” de ver muertes futuras. No sé si esto es cierto o no lo es, por lo que, como una servidora ante todos estos temas relacionados con los muertos no destaca precisamente por su valentía, ruego a quien tenga el valor para llevarlo a cabo que a la vuelta me confirme la veracidad de la leyenda.