Niños con actitud desafiante

Los comportamientos rebeldes, normales e incluso necesarios para el desarrollo del niño, se convierten en un grave problema para los padres cuando se acentúan y se transforman en una actitud constante del niño, hasta el punto que se convierten en desafío y hostilidad. Niños con actitud desafiante Todos los niños, incluso los más obedientes, de vez en cuando necesitan demostrar su independencia, y lo hacen rebelándose contra las órdenes de un adulto, generalmente los padres. Esta actitud, que se prolonga hasta los 6 años, entra de pleno en la normalidad, y, no sólo eso, sino que incluso es positiva y debemos verla como una parte del desarrollo y crecimiento del niño.

El problema surge cuando el niño mantiene constantemente esta actitud, siendo hostil a los mayores a toda hora y negándose a cooperar en ninguna cosa. Si esta actitud desafiante se mantiene más allá de los 6 años, hemos de plantearnos de que alguna cosa falla y de que vamos a tener que afrontar un problema.

Normalmente son niños manipuladores con deseos de dirigirlo todo y, para ellos, la figura de la autoridad se convierte en un estorbo para conseguir lo que quieren y, al contrario de los niños con actitudes normales, que se sienten tranquilos al sentir que son guiados por sus padres, a los niños con este problema ello les incomoda, e incluso les enoja.

Los psicólogos asocian esta actitud a una falta de madurez emocional del niño, madurez que, por algún motivo, no ha desarrollado de manera adecuada en el momento en que tocaba. Por ese motivo, no controla sus emociones y las manifiesta de una manera que podríamos calificar de más infantil.

Hay niños cuya actitud hostil es tan permanente que los padres se ven incapaces de poner límites y no saben cómo actuar. Y, precisamente, la actitud recomendada por los especialistas es que los padres, no sólo deben poner límites, sino que deben dejarlos muy claros, sin que haya lugar a la más mínima duda. Si debido a la actitud los padres tienen que imponer un castigo, es importante que perseveren hasta el final y lo impongan tal como habían anunciado, sin dejar ni por un momento que la paciencia se les agote y, como consecuencia de ello, el castigo quede sin cumplir. Ante estas actitudes, lo más importante es que el niño jamás quede convencido de que se ha salido con la suya.

La mejor actitud que pueden tomar los padres es dar la sensación en todo momento de que tienen el control del asunto, por lo que no debemos manifestar la reacción que en realidad nos está causando la actitud del niño. Mejor no gritar ni manifestarse enfadado, sino que buscaremos la manera de hacer entender al niño que sus problemas son responsabilidad suya, que tiene opción para elegir y que él asumirá las consecuencias de su comportamiento.

Por supuesto, sobra decir que cuando estos comportamientos son muy acentuados o nos vemos incapaces de solucionar el problema por nosotros mismos, siempre será positivo acudir a la consulta de un profesional.