Un legado de San Francisco de Asís: el pesebre

Estamos ya sumergidos del todo en pleno ambiente navideño. Dentro de tan sólo un par de semanas estaremos ya celebrando estas fiestas. Durante estos días las luces, la música y el ajetreo cambian el aspecto de las calles de nuestras ciudades, así como el de nuestros comercios. Un legado de San Francisco de Asís: el pesebre También nuestras casas cambian de aspecto, ya que quien más quien menos no se resiste a poner algún que otro adorno, aunque sea un pequeño detalle simplemente para ser consciente de que se trata de unos días diferentes a los del resto del año.

De entre los elementos más importantes con los que se suele decorar las casas en estas fechas encontramos el pesebre, que admite un gran número de posibilidades. Hay quienes se limitan a un pequeño y sencillo nacimiento en cualquier rincón, otros lo agrandan poniendo algunos pastorcillos y los hay quienes hacen verdaderas obras de arte, construyendo unas grandes maquetas en las que no falta nada: las montañas con los Reyes Magos descendiendo de ellas, el río con la mujer lavando y con el pescador, la anciana que hila, y muchos otros, entre ellos una extensa colección de pavos, gansos, gallinas, y otros animales de corral.

Sea como sea nuestro pesebre, seguramente alguna vez nos habremos preguntado cuál es el origen de esta costumbre tan extendida.

El origen lo encontraremos a finales del siglo XII y comienzos del XIII, y quien lo introdujo fue nada menos que San Francisco de Asís. Se cuenta que, impresionado por un viaje que había hecho a Belén y por la manera de celebrarse allí la Navidad, a su vuelta pidió permiso al Papa Honorio III para representar un pesebre viviente, el cual le fue concedido.

Lo hizo en Greccio, donde cada año se empezó a llevar a cabo esta representación el día 24 de diciembre, propagándose la práctica por todo el país italiano, aunque sustituyendo en la mayoría de casos las personas por figuras, que con los años fueron siendo cada vez  más pequeñas, no sólo por su facilidad de transporte, sino también porque era una manera de que fueran accesibles a todos desde el punto de vista económico.

En el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III de España, que había sido también monarca de Nápoles, y gracias sobre todo a la intervención de su esposa María Amalia de Sajonia, que consiguió que se creara para ello la fábrica de porcelana de La Granja, las figuras de pesebre se popularizaron en nuestro país, y de España pasaron a América.

El pesebre, a pesar de basarse siempre en las mismas figuras y personajes, varía mucho y cada uno es diferente, ponemos en él nuestra propia personalidad. Asimismo, varía también mucho según el país en el que se haga, ya que cada uno lo impregna de su propia idiosincrasia, de sus costumbres y, en definitiva, un poco de su propia historia.