El sueño de toda mujer es tener un abdomen plano. Pero es ahí donde muchas veces sentimos que nos hinchamos como un balón. Si estás en el grupo de las que deseamos que el cinturón no nos apreté más de la cuenta, lee estos trucos para que bajes la hinchazón de tu barriguita.
Todas las mujeres del mundo deseamos una barriguita plana. El sentir que un pantalón no nos aprieta en la parte del vientre sólo se puede comparar con el placer que nos da comprarnos un par de zapatos nuevos. Esa es una de las grandes verdades del mundo. Personalmente, no tengo ni una conocida que me diga «ay, lo que más deseo es tener un estómago grande y amplio», sin estar embrazada, por supuesto.
Y problema es que en «los michelines», o como llames a lo que te sobra en la parte abdominal, es donde más vemos los excesos de nuestros hábitos. Es donde se acumulan una gran parte de las grasas y lo que nos hace avergonzar si tenemos que subirnos la franela o ir a la playa. Además, sentir que la ropa te aprieta y que odias tu cinturón es simplemente desagradable.
Así que aquí te damos cinco métodos rápidos para que bajes la hinchazón de tu zona abdominal. Claro, hay que estar concientes que no son técnicas que te marcarán tus abdominales como lavadero. Pues no. Son truquitos para que no te sientas a reventar y tengas que aflojar un ojal en tu cinturón.
Camina: Si tu cintura se siente a reventar después de una comida, haz una caminata de diez minutos por lo menos. La actividad física hará que los gases pasen más rápido por tu sistema digestivo, y como resultado, no te sentirás tan hinchada como cuando te lanzas directo al sofá o puesto de trabajo.
Toma probióticos: Aunque suene como receta de bruja, necesitamos bacterias para poder funcionar correctamente. Gripes, usos de antibióticos y malestares estomacales hacen que tus bacterias buenas que se encuentran en los intestinos, desaparezcan. Y esas bacterias son las que ayudan con la digestión. Si no encuentras un suplemento de probióticos, una cucharada de yogurt puede hacer el truco.
Cuidado con la leche: Muchas personas sufren de alguna forma de intolerancia a la lactosa, que hace que te sientas hinchada después de tomar algo con leche (hasta tu inofensivolatte que disfrutas en tu trabajo). Si eres de ese grupo de personas, divide tu consumo de una taza diaria en varias raciones alrededor del día. Y si te puedes cambiar a la deslactosada, mejor.
Escoge tus carbohidratos: No les huyas pensando que ellos son los culpables de tu redondez abdominal. Simplemente cámbialos por versiones que sean más amables para ti. Aléjate de aquellos que sean procesados y refinados (como el pan blanco) y más de los que están acompañados por grasa y azúcar (como las tortas, galletas o dulces). Recuerda comerlos pero siempre los integrales com avena, arroz integral, cebada, batata, etc.
Respira: El estrés es casi el enviado del diablo. Hace que nuestras glándulas suprarrenales liberen cortisol y adrenalina a nuestro torrente sanguíneo para mantenernos en ese modo alerta. Lo que pasa es que además de mantenernos atentos hasta al más mínimo ruido, la hormona cortisol afecta la acumulación de grasa alrededor de los órganos vitales, y tiene predilección por generar grasa en tu zona abdominal. Así que la próxima vez que tengas ganas de gritar porque alguien te ha tirado el coche, sientes que tu novio habla otro idioma o salgas con mucho apuro de tu casa porque «vas tarde al trabajo», respira y piensa en tu vientre (y que lo deseas plano, no redondo).