En la entrega anterior, comenzamos a hablar de esos
Ya te contamos cómo hacer para que tu chico se atreva a hablar de la relación, para que deje de despilfarrar el dinero y aprenda a invertirlo en proyectos de pareja, y cómo hacer que se vuelva “un poco” más romántico. En esta segunda nota, 2 soluciones a 2 “detalles” más, para que luego de hacer tu trabajo de hada madrina, puedas asentarte en tu rol de princesa.
Se niega a pelear: No importa si te saca de encima con el clásico “tenés razón”, o si te cierra la boca con el irritante y siempre célebre “no tengo tiempo para esto”. Según el extraño punto de vista masculino, evitar la confrontación significa “proteger la relación”. Ok, los hombres, con tanta testosterona encima, ¿no deberían ser mas peleadores?. El tema es que ellos sólo pelean cuando están en un callejón sin salida y se sienten asustados. Y lo hacen con el único objetivo de ganar. Los hombres no quieren embarcarse en peleas con su pareja porque tienen miedo de que la situación se les escape de las manos. Pero irónicamente, las parejas más felices son aquellas que se agarran de los pelos cada tanto. Entonces, debes considerar este punto como un ingrediente indispensable dentro de una conexión de un rumbo serio.
¿Cómo solucionarlo?: Para que tu chico no se escabulla, acércate a él con el dilema en cuestión y pregúntale que pueden hacer al respecto. Lo importante es que aguantes el impulso de sacar los rifles de entrada, y lo lleves lentamente hacia el campo de batalla. Si, por ejemplo, llega muy tarde a una cita, tienes dos opciones: la no recomendable es decirle “Deberías haberme llamado, así no me comía este plantón”, y la recomendable es “Estoy muy contenta de verte, pero me hubiera gustado que me llamaras si estabas llegando cuarenta minutos tarde”. Esto no solo ayuda a mantener la discusión alejada de la pelea sin salida, sino que baja sus defensas. Cuando él vea que puede abrirse con vos sin que te lo comas crudo, estará mas dispuesto a pelar (en vez de huir) la próxima vez que estén frente a un conflicto.
No tienen el mismo nivel de sociabilidad: Si vos sos una loca por las fiestas y él es un amante de las noches de películas y empanadas (o al revés), hay claramente una inclinación social distinta dentro de la pareja. ¿Es eso un problema? La respuesta es… depende. La gente normalmente gravita hacia sus opuestos sociales, pero cuando las diferencias empiezan a afectar la calidad de la unión, hay que trabajar sobre ellas. ¿Cómo solucionarlo?: A pesar de que tu chico es, obviamente, un buen chico, quizás no se de cuenta de que te aburren soberanamente sus cócteles de trabajo o sus maratones de películas los fines de semana. ¿Cómo asegurarte de que las diferencias entre ustedes no abran agujeros en el amor que sienten el uno por el otro?. Lo primero que debes hacer es explicarle amablemente que no quieres pasar todos los fines de semana adaptándote a sus gustos. Díselo de un modo tal que el no se tome tu rechazo a su estilo de diversión como algo personal. La mejor forma de hacer el planteo de un modo gentil es sugerir un punto medio: algunas noches él se adaptará a tus planes, y otras tú serás quien se adapte a los suyos. Y ahora que ya te contamos como cambiar esas cosas que tanto te molestan, vamos a pasar a enumerarte una pequeña lista de las cosas que no puedes cambiarle a tu chico, mal que te pese…
- Es demasiado pegado a sus padres: Los constantes llamados de su mamá pueden ser molestos, pero un hombre con lazos familiares fuertes tiende a saber más y mejor cómo es que una relación funciona.
- Es un eterno histérico con las mujeres: Un hombre que permanentemente se hace el lindo con las mujeres te está faltando el respeto… sin mencionar su compulsiva necesidad de atención femenina, por eso, mejor elimínalo de tu agenda.
- Es adicto al trabajo: Quizás te sientas sola cuando estás en casa mientras tu chico hace horas extra… pero un compañero ambicioso es mejor que uno sin rumbo.