Todos hemos oído hablar de los niños hiperactivos. Pero, ¿cuándo podemos calificar a un niño de hiperactivo? ¿En qué consiste la hiperactividad y cómo podemos distinguirla de la vitalidad propia y normal de muchos pequeños? A pesar de que la hiperactividad como transtorno está ya definida desde principios del siglo XIX quizás no se le ha dado al tema la importancia merecida hasta hace poco tiempo. Actualmente sabemos ya que los niños hiperactivos son aquéllos cuya actividad de movimientos podríamos calificar de excesiva, son niños que no paran de moverse, yendo de un lado al otro pero sin ir a ninguna parte y sin ningún objetivo fijo.
Se caracterizan porque suelen empezar un sinfín de tareas, las cuales enseguida abandonan para poder empezar otras, de las que enseguida se cansarán también, y asi sucesivamente.
Otra característica de estos niños es que se muestran mucho más hiperactivos si están acompañados por otras personas, especialmente si no son personas de mucha confianza para ellos. Y, al contrario, cuando se encuentran solos es frecuente que cesen entonces su actividad.
A pesar de que su coeficiente intelectual es tan normal como el de los demás niños, suelen tener problemas de rendimiento escolar, ya que son incapaces de prestar atención a nada. Suelen ser niños difíciles de educar, por este mismo motivo, y también porque suelen no importarles mucho los castigos, por lo menos en apariencia.
Este transtorno está comprobado que afecta más a los niños que a las niñas, y entre aquéllos es más frecuente en los niños de menos de 7 años.
El niño hiperactivo puede resultar irritante para la familia, por lo que puede incidir negativamente en el ambiente familiar, con el peligro de que el niño tienda hacia un aislamiento. Es muy aconsejable ponerse en manos de profesionales, que suelen ofrecer ante estos casos tanto un tratamiento farmacológico para el niño como un tratamiento psicoterapéutico enfocado a la familia.