La decoración minimalista

En el momento en que decidimos decorar nuestra casa a fondo, una de las primeras elecciones que debemos hacer es en qué estilo queremos hacerlo. En diferentes artículos iremos hablando de los distintos estilos. Hoy empezamos por uno que está muy de moda: el minimalista. La decoración minimalista

Uno de los estilos, a la hora de decorar nuestra casa, que está muy en boga últimamente, es el estilo minimalista. Si te gustan los espacios sencillos, diáfanos y luminosos, puede que sea el adecuado para ti. La gran diferencia que tiene respecto a la decoración tradicional es que en el minimalismo no se pretende llenar el espacio sino preservarlo.

Las líneas sencillas y puras, las formas geométricas más básicas y los tonos neutros, la funcionalidad y la escasez de muebles son las directrices básicas que caracterizan este estilo, considerado por muchos como frío y sin sentimientos.

Nada más lejos de la realidad, aunque evidentemente contra gustos no hay nada escrito. Precisamente, los objetos presentes en un espacio minimalista adquieren un protagonismo especial, al encontrarse la mayor parte del espacio libre de ellos.

El estilo minimalista nos permite conseguir un ambiente que desprende equilibrio y armonía, que desprende calma, paz y sosiego. Sus líneas rectas y su ausencia de accesorios, junto con las luces que, evidentemente, debemos colocar de manera acertada en los puntos adecuados, aportan tranquilidad y calma y hacen sentirnos relajados en cualquier estancia que decoremos siguiendo estos criterios.

Conscientes de que es un estilo que invita al descanso y a la relajación, en muchos hoteles lujosos están ya decorando sus habitaciones en estilo minimalista, para transformarlas en lugares más aptos para el reposo.

Para conseguir un efecto minimalista, aparte de colocar en la estancia sólo los muebles necesarios y de líneas rectas, procura que estén hechos de materiales como el vidrio o el acero y que los colores sean blancos, negros o marrones para el mobiliario. En cuanto a cojines, cortinas, alfombras, sofás y todo lo que sea de tejido, usa colores blancos o neutros como el beige. Y si quieres poner algún adorno, como un jarrón o un cuadro, procura que sus líneas sean sencillas igual que el resto de los elementos decorativos.