Las flores más románticas: las camelias

Siguiendo el recorrido que iniciamos por las plantas y flores más comunes de nuestros jardines y terrazas, hoy le toca el turno a una flor muy vistosa y, según muchos, la flor más romántica que existe, quizás porque al nombrarla nos viene a la mente Margarita Gautier, la protagonista de la obra de Alejandro Dumas Las flores más románticas: las camelias Esta flor es conocida también con el nombre de la Rosa del Japón, y procede de Asia. Los navegantes europeos nos la trajeron en el siglo XVI, siendo destacable que los primeros ejemplares que llegaron a nuestro país iban destinados a Galicia.

Una de las ventajas de esta flor, además de su gran belleza, es que su floración tiene lugar durante el invierno, y dura hasta la primavera, por lo que durante toda esta época, en que la mayoría de plantas se encuentran sin flores, la camelia las reemplazará dando alegría a nuestro jardín.

Las flores de la camelia recuerdan mucho a las rosas, y tiene una hilera de pétalos, o varias superpuestas, formando la corola, con una gran variedad de colorido, como el blanco, el rosa, el púrpura, el rojo, el salmón o el amarillo. También puede ser de dos colores. Según las especies, pueden llegar a medir hasta 12 cm.

Las hojas de la planta tiene forma ovalada y un color verde muy oscuro y brillante.

Para el cuidado de la planta, un detalle a tener en cuenta muy importante, es que no le gustan los cambios: ni los cambios de lugar, ni los de tierra, ni los de horarios de riegos, por lo que intentaremos evitarlos.

En zonas muy frías no es adecuada, como tampoco lo es en jardines o terrazas en los que caiga el sol de pleno. Le conviene un lugar fresco y ventilado, donde el sol no le vaya directamente. Dado que es una planta que podemos tener también en el interior, deberemos en este caso tenerla en habitaciones en las que haya calefacción, ya que no la soportan.

Necesita una humedad superior al 60º, por lo que deberemos pulverizarla todo el año. En invierno evitaremos hacerlo sobre las flores, y en verano podemos pulverizar abudantemente su tallo y hojas.

Cuando la reguemos debemos hacerlo con agua tibia, que no contenga cal, siendo muy importante no encharcarla. Por supuesto, durante los meses de calor la regaremos con más frecuencia que el resto del año.

Se trata de una planta cuyo crecimiento es muy lento. De hecho podemos estimularlo en parte, recortando el tallo central. Ten en consideración que dicho corte podrás hacerlo después de la floración y sobre una yema que veas fuerte.