No hay ninguna duda de que Galicia es una comunidad llena de belleza. Normalmente, al pensar en estas tierras, siempre nos suele venir a la cabeza su litoral, el cual nos ofrece unos escenarios impresionantes, con sus rías, sus pintorescos pueblos costeros, sus acantilados y sus hermosas playas. Sin embargo, las tierras gallegas también nos ofrecen muchos atractivos en sus zonas de interior con sus verdes paisajes, sus fuentes y ríos de aguas cristalinas, y las bonitas aldeas que salpican sus valles.
Una de sus muchas localidades que vale la pena visitar durante un fin de semana es A Fonsagrada, en la provincia de Lugo, situada en el mismo Camino de Santiago a casi 1.000 metros de altitud sobre el nivel del mar. Se trata de un pequeño y tranquilo municipio en el que viven unos 4.400 vecinos, rodeado de un bello entorno natural.
Efectivamente, la naturaleza ha sido generosa con A Fonsagrada, en cuyos alrededores hallamos parajes tan hermosos como el Bosque do Carballido, el Embalse de Salime, la cuenca del río Rodil, la Loma de Pergua, la Fraga de Sanxés o la playa fluvial de A Pena do Inferno. Este último lugar se ha habilitado como zona recreativa, siendo ideal para pasar un estupendo día con la familia, especialmente si hay niños.
La población dispone además de un importante legado teniendo en cuenta que se trata de un municipio pequeño, ya que en ella encontramos obras como su Iglesia de Santa María, junto a la cual hay una antigua fuente también muy interesante, el Tibidabo, la Casa de Peñamaría e incluso un dolmen perteneciente al Neolítico. También destacan las ruinas de la fortaleza de A Pobra de Burón, así como las del Real Hospital de Peregrinos de Santiago de Montouto.
Gastronómicamente hablando, es muy típico de esta población el bustelo, un embutido derivado del cerdo que se elabora de manera artesana siguiendo una antigua receta, del cual no debemos olvidar comprar un poco para llevar a casa en alguno de los comercios de la localidad.
Los vecinos de A Fonsagrada celebran el día de su comunidad, el 25 de julio, organizando una romería en honor al Apóstol. Y, si tenemos la suerte de que nuestra estancia tenga lugar durante los primeros días de agosto, podremos participar en la alegre Feria del Emigrante que tiene lugar en la población, fiestas dedicadas a todos aquéllos que en su día tuvieron que marchar de su tierra, aprovechando que en estas fechas muchos de ellos se encuentran nuevamente allí pasando sus vacaciones.