Baños de bosque, una terapia japonesa para curar el estrés

En muchos países del mundo, sobre todo en Corea del Sur, Finlandia y Japón, en los que los bosques cubren más del 50% de su territorio, andar por el bosque se ha convertido en una terapia perfecta para rebajar los niveles de estrés.

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De igual manera que se recomienda practicar deporte como mínimo una ve a la semana o llevar una dieta equilibrada, cada vez más se recomienda disfrutar del aire libre para mejor el estado de salud en general.

Son varios los estudios que confirman que de esta manera se reduce la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, así como se mejora el sobrepeso y se refuerza el sistema inmunológico. Incluso se ha comprobado un aumento significativo de un tipo de glóbulo blanco que ayuda a luchar contra el cáncer y las infecciones.

¿Qué es un baño de bosque?

Una sesión de shinrin yoku no se puede hacer de una única forma. Además se desconoce si hay un entorno natural perfecto para poder sacar todos los beneficios que esta práctica ofrece, por lo que si vives en una ciudad y no puedes desplazarte al campo o a una zona con árboles, podrás darte un baño de naturaleza en un parque, ya que de lo que se trata es de pasear un buen rato con todos los sentido puestos, olvidándose del móvil y disfrutando de la tranquilidad, el sonido de la naturaleza y sobre todo, de los olores, ya que parece ser que al inhalar profundamente los fitoncidas o aceite esenciales que desprenden las plantas y los árboles, convierten el paseo en una verdadera sesión en la que se combina la aromaterapia natural y algunas técnicas de meditación.

Claves para poner en práctica un baño de bosque

Si quieres empezar a disfrutar de los beneficios que ofrece el shirin yoku, te damos algunas ideas para ayudarte a sumergirte en esta experiencia tan relajante.

Lo primero que tienes que hacer antes de empezar a pasear, es liberar tensiones del cuerpo con algún tipo de estiramiento o respiraciones. Conecta con todos tus sentidos a continuación. Para ello puedes poner en práctica un sencillo ejercicio que consiste en cerrar un momento los ojos y observar cómo se siente en ese momento tu cuerpo. Ve moviendo lentamente los pies y las manos para tener una idea de tu propio cuerpo en el espacio. A continuación sintoniza con el exterior, es decir, con la temperatura, con los sonidos y con los olores que te van llegando. Por último abre lentamente los ojos y vuelve a mirar a tu alrededor como si fuera la primera vez.

Debes caminar en silencio concentrándote en cada paso e intentando no alterar el entorno. Nota cómo apoyas la planta de tu pie y cómo vas cambiando la distribución de tu peso según vas caminando. Mientra tanto ve reconociendo el entorno, las especias vegetales y animales y no dudes en párate cuando algo te despierte curiosidad.

Antes de marcharte, haz un regalo al bosque por su hospitalidad. Para ello puedes buscar algún objeto que te llame la atención como una flor o una piedra y haz un «regalo» al bosque para agradecerle tu visita. Elige un lugar donde poder dejarlo y dedica una sonrisa a modo de despedida.