La piel va evolucionando a lo largo del tiempo existiendo muchos más tipos de los que comúnmente se conocen. Si se quiere lucir un cutis envidiable, es fundamental elegir la crema facial adecuada. Descubre cuál es la tuya.
Una fórmula dependiendo del tipo de piel
La clasificación más conocida de pieles es la grasa, la seca, la mixta y la normal pero dentro de cada uno de estos tipos existen subtipos que se deben tener en cuenta puesto que de ello va a depender una formulación de crema u otra.
Por otra parte también existen factores que influyen hasta en un 75% en el estado de la piel y en sus necesidades, como son el clima, el estrés, el estilo de vida, la edad, la exposición al sol, la alimentación, etc.
Piel seca
Este tipo de piel se caracteriza por presentar descamación, aspereza, pérdida de elasticidad y de flexibilidad, hiperqueratosis y grietas.
Dentro de las pieles secas se pueden distinguir las pieles alipídicas, que son de fácil descamación, de aspecto marchito y mate, que tienen tendencia a presentar arrugas y que no toleran los jabones; y las pieles deshidratadas, de tacto áspero, se infectan fácilmente, son muy sensibles irritándose con facilidad, sufren una gran tendencia a las arrugas y están con sensación de tirantez continuamente.
Para estas pieles son recomendables principios activos como las ceramidas, unos lípidos naturales que son los responsables de la unión entre las células y que ayudan a mantener la hidratación. Con este activo la piel estará mucho más hidratada, confortable y elástica, lo que se traduce en menos arrugas.
Otro principio activo son los betaglucanos. Al aplicarlos se forma una especie de film en la piel, sellando la hidratación y ayudando a estimular el colágeno propio. Además cuentan con una acción antiinflamatoria activando el sistema inmunitario de las células.
Y por último cabe mencionar el ácido hialurónico que es uno de los principios activos con mayor poder hidratante.
Piel sensible
La piel sensible tiene un umbral de tolerancia inferior al que tiene una piel normal, reaccionando frente a ciertos estímulos que una piel normal no reaccionaría y sufriendo sensaciones de incomodidad como tirantez, calor, prurito o enrojecimiento. Suele ser una piel clara, frágil y ser propensa a rojeces y patologías.
Para este tipo de pieles es recomendable evitar el mentol, los astringentes, el alcanfor y todos aquellos productos que contengan lauril sulfato. Están indicados por otra parte, aquellos que contengan vitamina B3 o niacinamida, ya que reduce las manchas rojas de la cara y la irritación, así como la coloración cetrina o amarillenta de la piel y mejora su textura. Penetra perfectamente en la piel al ser una vitamina de bajo peso molecular. Otro principio activo recomendado en caso de pieles sensibles es la teprenona ya que mejora el proceso de reparación celular resultando excelente para la reducción y prevención de la hipersensibilidad. Después de una mes de uso, la teprenona llega a reducir la eritrosis hasta en un 30%.